Estudio para la sinfonía del poder eterno

2007 Galería AFA - Santiago, Chile.

8 obras fotográficas. Fotografía análoga e impresión lambda. Dimensiones variables.

Registro fotográfico:
© Jorge Branmayer

Artistas como el Bosco, Caravaggio o Vermeer supieron retratar en sus cuadros las luchas internas de los hombres de su época. A través de sutiles gestos simbólicos, de figuras alegóricas o de mensajes crípticos, eran capaces de establecer lecturas moralizantes sobre la sociedad, los poderes o las tradiciones. Unos cuantos siglos después, un creador de Lautaro reelaboraría esas icónicas pinturas para mostrar, de una forma tan clara como directa, la corrupción de la humanidad.

Con las ocho fotografías que componen esta serie el artista juega con la ilusión de elaborar su propia ala del Louvre. Se exponen en pasillos construidos ex profeso, con cédulas que imitan las de las grandes pinacotecas, y enmarcados con molduras barrocas. Y lo que muestra cada instantánea, en formato análogo, son dioramas previamente realizados con materiales de desecho, objetos encontrados y juguetes abandonados. Una estética elaborada con la imperfección de las formas, mostrando el parche y el remedio, insistiendo en la irrealidad de las narraciones, aunque la base conceptual sean los eventos que salen de los periódicos y los noticieros que vemos a diario.

Escenas que incluyen ataques divinos contra los mortales, la recreación de la imagen de Joe Rosenthal del alzado de la bandera estadounidense en Iwo Jima —cambiando la bandera estadounidense por el logotipo de McDonald’s—, bombardeos, parejas de distinto género teniendo sexo, trenes descarrilados, un futbolista regateando cabezas cortadas, botellas de Coca-Cola, George Bush armado hasta los dientes, iglesias en llamas, el papa huyendo despavorido, Vladimir Putin y Tony Blair en una orgía, cruzados combatiendo mientras, en segundo plano, el segundo avión impacta contra las Torres Gemelas. Quién necesita metáforas en el siglo XXI.

Texto: Juan José Santos