Instalación dimensiones variables. Mira telescópica pica. Técnica mixta.
Geografía del olvido, un tren (la bestia) con inmigrantes en su techo.
Curatoria
Marisa Caichiolo
Registro fotográfico
© Norton Maza
Glorias de la humanidad a escala. El diorama se emplea, habitualmente, para representar escenas bélicas triunfales. En Geografías del olvido, sin embargo, se utiliza para mostrar una vergüenza mundial. La tragedia de la migración forzosa.
Se escucha el sonido de un tren que se acerca. Es la “Bestia”, el tren que comunica el sur y el norte de México, y al que se suben clandestinamente migrantes centroamericanos para buscar un futuro mejor en los Estados Unidos. Medio millón de personas lo abordan cada año, arriesgando su vida.
La escena es una maqueta, y el tren, de juguete. Pero es un juguete cuya función no es que se divierta un niño, sino que los adultos se tomen en serio un problema muy real. Mientras lo piensan, el tren, siempre en marcha, sigue dando vueltas por el circuito, en un loop eterno que imposibilita que los polizones que se aferran al techo puedan saltar de la máquina.
Tras la escena del tren aparece otro capítulo en la maqueta. Los miles y miles de africanos que tratan de llegar por vía marítima a Europa. La trampa mortal del Mediterráneo observada desde primera línea de playa por unos bronceados turistas. El siguiente drama del diorama es el de la valla que repele las entradas en la frontera de Gibraltar. Por último, aunque en primer plano, un camión preside una montaña. Es la otra vía de acceso a Norteamérica por parte de migrantes latinoamericanos.
El espectador ve estas cuatro estaciones arrodillado, a través de una mira telescópica. Lo que antes eran estadísticas, cifras que nadie recuerda, la geografía del olvido, es ahora un safari en blanco y negro, la reproducción de las consecuencias de la insolidaridad y la desigualdad entre los países del norte y los del sur. Los de arriba contra los de abajo.
Texto: Juan José Santos