La barrera del sonido

2017 Centro Cultural Matta - Embajada de Chile, Buenos Aires, Argentina.

Avión escala 64 inch Fibra de vidrio. Juguetes encontrados y pintados de blanco. La barrera del sonido nos habla del drama de la guerra y los niños.

Registro fotográfico
© Norton Maza

A través de sus juguetes, los niños inventan miles de historias. Y cada juguete, a su vez, narra la historia de su niño. El juguete cobra vida, el objeto ofrece sentido a los primeros meses y años del pequeño. Esa es la justificación de la necesidad de jugar.

Un juguete encontrado es testimonio de ilusiones rotas. El abandono del muñeco, del camión en miniatura o de la pistola de agua se puede deber a un accidente, a su sustitución, a la superación de la infancia, o en algunos casos a la abrupta intromisión del adulto. Norton Maza, como en otras de sus creaciones, acude al rescate de juguetes desamparados para dar pie a una reflexión acerca de esta última vicisitud. El juego interrumpido por culpa de los problemas generados por los mayores.

En el caso de La barrera del sonido, los juguetes que redime el artista de ferias, o que salva de la basura, invitan a pensar acerca del drama de la guerra y de su impacto en el desarrollo de la infancia. La barrera del sonido, esa frontera que atraviesa un avión de alta velocidad, esa explosión casi inaudible pero que implica una liberación de energía monstruosa. El sonido convertido en esta obra en escultura flotante es una alegoría de la misma infancia, que se ve traspasada por una maquinaria bélica. Apenas se escucha su choque contra la atmósfera, pero sus consecuencias son devastadoras.

El F-16 que recrea Maza arrastra tras de sí un semi-cono de pequeños juguetes esparcidos por el aire, simulando el fenómeno real que produce el avión al romper la barrera del sonido. Cada juguete, pintado en blanco, da cuenta de una vida rota, una infancia quebrada, por la acción trágica de una máquina de guerra. Es una milésima de segundo detenida, congelada en el espacio, pero que expresa la tristeza de una pérdida irreparable.

Al respecto del trabajo de Norton Maza con los juguetes podemos releer a Walter Benjamin: “Cuando el impulso de jugar repentinamente invade a un adulto, esto no significa recaída en la infancia. Por supuesto jugar siempre supone una liberación. Al jugar los niños, rodeados de un mundo de gigantes, crean uno pequeño que es el adecuado para ellos; en cambio el adulto, rodeado por la amenaza de lo real, le quita horror al mundo haciendo de él una copia reducida.” (Obras. Libro IV/vol. 1, Abada, 2010, 470). El artista como generador de simulacros diminutos para luchar contra el empeño suicida de la humanidad.

Texto: Juan José Santos